Cada 30 de junio hay un homenaje en un pueblo de Filipinas que aquí en España pasa sin pena ni gloria y eso que es en nuestro honor. Bueno, en el que tuvieron 50 soldados españoles que aguantaron su posición en la Iglesia de San Luis de Tolosa en Baler frente a cientos de atacantes independentistas filipinos entre julio de 1898 y junio de 1899. El asedio comenzó el 1 de julio, el 30 de junio para los filipinos, y acabó el 2 de junio de 1899. Finalmente, el 30 de junio de 1899, el presidente Emilio Aguinaldo emitió el decreto de Tarlac, que ordenaba que los miembros del destacamento español, debido a su valor, fueran considerados y tratados como amigos y no como prisioneros. Así surgió el Día de la Amistad Hispano-Filipina.
Ningún medio nacional se hace eco de esta conmemoración salvo en Cuatro fin de semana. Parece una historia olvidada. Tan olvidada, como extraordinaria por eso aquí la recuperamos.
Para entenderla mejor recurrimos a una obra de referencia sobre el tema “Los últimos de Filipinas” mito y realidad del sitio de Baler de la editorial Actas. Hablamos con uno de sus autores Miguel Ángel López de la Asunción. Con él descubrimos como la pasión por una historia te atrapa y te hace tuya. No se conformó con lo que ya estaba escrito sino que fue más allá. Buscó a descendiente de los supervivientes y con todo lo que consiguió construyó un libro que también se convirtió en referencia también para una exposición del museo del Ejército de tierra sobre los “últimos de Filipinas” que recorrerá España a partir de julio. Una muestra completísima que no sólo se ciñe al episodio del asedio, sino que va más allá. Como nos señala el comisario de la exposición, Enrique Rontomé.
“Tratamos de traer al visitante como era las Filipinas de aquella época”
En 1898 EE.UU declara la guerra a España y le arrebata Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas. Sin embargo, aquí en Baler un pueblo perdido en la isla de Luzón 5 decenas de españoles desconocen que han perdido la guerra. Para ellos continua contra los varios cientos de insurgentes filipinos alentados por los EE.UU. y que les tienen rodeados. Se encierran en la Iglesia de grandes muros y aguantan los ataques durante 337 días. El jefe de los 33 supervivientes fue el teniente Martin Cerezo a cuyo nieto entrevistamos en este reportaje.