Situado en lo más alto de una colina, San Marino, la república más antigua de Europa y uno de los países más pequeños del mundo, ha sufrido, como todos desde más de un año, la falta de turistas. Su reclamo, vivir por unos días en una especie de fortaleza, a lo que ahora se añade la posibilidad de salir del país vacunado.
"¿De verdad?", se pregunta una turista francesa que termina ahora sus vacaciones. El requisito es alojarse tres noches en el país, pagar 50 euros y repetir operación pasadas tres semanas para la segunda dosis. "Yo prefiero que se encargue cada estado de la vacuna", comenta otra turista de Austria.
El proceso de vacunación está abierto a todo el mundo menos a los ciudadanos italianos, con quien no se ha alcanzado un acuerdo para evitar una avalancha de peticiones. En los hoteles dicen que ya tienen más de 300 reservas. "Uno se pone en contacto con el hotel, desde aquí llaman al hospital y reciben la cita para vacunarse", explica Riccardo Vanucci, presidente Federalberghi San Marino.
Por los puntos de vacunación ya han pasado más del 70% de la población de San Marino, que solo tiene 33.000 habitantes. Precisamente, los remanentes son los que ofrecen a los turistas. "Hemos empezado esta semana con una serie de turistas de todo el mundo, incluida España", precisa Alesandra Bruschi, directora del Hospital de Estado de San Marino.
Las dosis, eso sí, son de la vacuna rusa Sputnik V. El problema es que San Marino ha elegido una vacuna no reconocida por las autoridades comunitarias, así que de momento quien salga vacunado del microestado no podrá moverse libremente por la Unión Europea.
San Marino no es miembro de la Unión Europea y en febrero, en medio del caos y sin recursos, Rusia llegó en su ayuda. "A nivel de inmunización de toda Europa, al margen de la Unión Europea, hubieramos preferido una cooperación inmediata", detalla Luca Beccari, ministro de Exteriores de San Marino. Así que ahora inmunes sí, pero fuera del pasaporte covid.