Siempre se tuvo claro cual era el mayor reto en este rescate: mantener a los niños relajados durante el recorrido ya que un ataque de pánico era altamente probable y habría supuesto el fracaso de la operación.
Por eso lo hicieron sedados y transportados en camillas flexibles que permitieron a los buzos introducir a los niños por los recovecos más pequeños.