Más de 800 bomberos se han concentrado en el centro de Portugal para contener el último gran incendio descontrolado en el país, en Castelo Blanco, unos 225 kilómetros al noreste de Lisboa, y que ahora se está extendiendo a la vecina Santarem. Los tres incendios declarados en Vila de Rei, Mação y Sertã han dejado unos 20 heridos (ocho bomberos y 12 civiles), según el balance actualizado presentado por la Autoridad Nacional de Protección Civil.
El ministro de Interior, Eduardo Cabrita, ha añadido este domingo que la Policía está investigando ya las "extrañas circunstancias" que rodearon a la aparición de los fuegos, "cinco de ellos con solo minutos de diferencia", según el diario 'Publico'.
"Va a ser un día difícil", ha reconocido el responsable de Protección Civil Belo Costa, tras estimar que un 60% de las llamas están controladas. Existe además una seria preocupación sobre la posibilidad de que se reactiven las llamadas "zonas calientes": zonas de incendio recientemente extintas que podrían volver a ser pasto de las llamas.
De hecho, a pesar de que el Ministerio de Interior ha confirmado que cuatro sectores del fuego ya están dominados, el último y más extenso está fuera de control y las tareas de contención están ahora mismo paralizadas. No hay, de momento, viviendas afectadas.
A las tareas en tierra se están sumando ocho hidroaviones y una veintena de militares adicionales, junto a cuatro excavadoras para trazar los cortafuegos. Ocho de los heridos se han registrado en las últimas horas, siete de ellos bomberos. Todos han recibido el alta o lo harán en las próximas horas excepto el octavo, un civil, en estado grave con quemaduras de primer y segundo grado.