Nunca se había vivido nada igual. Una cuarentena de 56 millones de personas. Muchos más habitantes que en toda España. Aún así el virus avanza imparable. El presidente chino reconoció este sábado que se está acelerando. Afecta ya a todo el país. Y siguen aumentando las cifras de afectados. Ya son al menos 56 los fallecidos y casi 2.000 los contagiados.
En un país de 1.400 millones de personas. Se complica además detectar un virus que tiene un periodo de incubación de 14 días, con infectados que no presentan síntomas y con otros que ni siquiera pisaron el epicentro del brote en Wuhan. Guerra es la palabra empleada por China y la respuesta ha sido una, que sólo el régimen comunista podría permitirse. Una quincena de ciudades bloqueadas.
Actividad comercial prácticamente paralizada. Cerradas atracciones, cines, redes de transporte... Prohibido todos los viajes en grupo dentro del país y al extranjero. Si los hospitales acaban desbordados, con el personal sanitario al borde del colapso. Se les pide que trabajen más. O se mandan personal médico de otras partes del país. 1.600 sanitarios más entre el domingo y el lunes. La maquinaria china, a plena potencia, capaz de prometer la construcción en una semana de dos hospitales para más 1.000 personas.
Si no hay mascarillas o trajes de protección -se están usando 100.000 al día- se movilizan a las empresas para que las fabriquen. Muchos fabricantes se han visto obligados a cancelar sus vacaciones antes de tiempo. Y la investigación avanza como nunca antes se había visto. En menos de un mes se detectó, identificó y aisló la primera cepa del virus entre otros muchos similares en pleno invierno. Y aseguran ya estar cerca de desarrollar la vacuna.
El país se juega el prestigio internacional y además mucho dinero. El secretismo en la gestión de los primeros momentos de otro coronavirus, el SARS, en 2002 acabó con una epidemia de grandes proporciones y la vida de cerca 800 personas. Se calcula además que costó 50.000 millones de dólares a la economía mundial. En esta ocasión, China no está dispuesta a repetir los mismos errores, ha optado por la total transparencia y adoptar medidas extremas.