Salimos a la calle a hacer un sencillo experimento. Aseguramos que la Unión Europea quiere legislar sobre la curvatura del plátano. Todo el mundo al que preguntamos entiende que se trata de una estupidez. El caso es que un momento hemos creado un sentimiento de rechazo a la Unión Europea basado en una mentira. Realmente, nunca afirmó semejante cosa. Como estas tantas otras mentiras que la Comisión Europea en España trata de contrarrestar en este enlace. El caso es que esta noticia y otras del mismo tipo más contribuyeron a crear un movimiento en Gran Bretaña a favor del Brexit.
Raúl Magallón autor de "unfaking news" de la editorial Pirámide nos descubre cómo funcionan este tipo de mentiras. Principalmente, porque apelan más a nuestro lado más emocional. La lógica dice que las noticias falsas se expanden con facilidad si no existe ninguna información contraria. Esto es debido a la falta de transparencia y en ocasiones oscurantismo de la Administración.
Como periodista y autor del reportaje a veces resulta frustrante que se tarde varias semanas en conseguir que un gabinete de comunicación oficial conteste a un petición de información. Mientras, los rumores se disparan ante la falta de posibilidad de contrastar un hecho. La falta de agilidad o la negativa como costumbre a aportar información por parte de la Administración es una debilidad ante un ataque de una campaña de desinformación.
Una campaña de desinformación que Beatriz Becerra, presidenta de la subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo y eurodiputada, une a los ciberataques para conformar lo se denomina guerra híbrida. “el mayor objetivo de la guerra híbrida es acabar con las certezas, con los criterios que hacen que los ciudadanos libres sostengamos la democracia liberal”, asegura Beatriz.
Detrás de cada conflicto hay una mentira. La de Irak de 2003 con las armas de destrucción masiva que no había, la de Vietnam con un falso ataque a dos destructores norteamericanos. Hitler invadió Polonia tras culpar falsamente a los polacos de matar alemanes. Hasta nosotros tuvimos lo nuestro, Estados Unidos atacó la Cuba española justificando en que le hundimos su viejo acorazado, el Maine, cuando en realidad fue un accidente. Los tiempos cambian pero nuestro cerebro sigue funcionando de la misma manera.