Faltón, de comentarios machistas cuando no abiertamente racistas. Llegó a recomendar inyectar desinfectante contra el coronavirus, acabó contagiándose y ahora dice que es inmune. Popularizó el término fake news para la prensa crítica con él. Sin embargo siempre ha estado encantado de aparecer delante de los focos.
Donald Trump ha roto todos los moldes de lo que se considera ser presidente. En cuatro años ha acabado con muchos de los puentes que Estados Unidos se esforzó por construir durante años. El país ha salido de la OMS, tiene bloqueada la Organización Mundial del Comercio, ha debilitado la OTAN, acabado con los acuerdos de desarme nuclear y ha puesto fin a su compromiso de reducir las emisiones contaminantes.
Llegó con su MAGA (Make America Great Again) pero los expertos coinciden en asegurar que sus medidas no han cambiado sustancialmente la vida de los americanos. Entre sus promesas cumplidas reducir los impuestos (sobre todo a los más ricos). También logró llegar casi al cero desempleo antes de la pandemia. Sin embargo en 2019 ya se veían síntomas de agotamiento en lo que parece había sido una tendencia heredada de la época de Obama. El choque comercial con China, del que dio en parte marcha atrás, y una política errática ha generado falta de confianza con sus aliados tradicionales.
Otras promesas mediáticas no llegaron nunca a realizarse. Ni consiguió que México pagara el muro fronterizo ni acabó con la asistencia sanitaria de la época de Obama.
El cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos deja un país más dividido de lo que lo encontró, más aislado internacionalmente y con menor peso económico. La encuestas no le son ahora favorables pero tampoco lo eran cuando ganó en 2016.