La guerra con Rusia no se libra solo con armas. También es una guerra de sanciones y represalias. Y una de las armas más dañinas económicamente hablando es el gas, que la Unión Europea no ha dejado de comprar a Moscú, su principal proveedor. Supone cerca de la mitad de todo el que compra.
Esta semana, Putin cortaba el suministro a Polonia y Bulgaria por no plegarse a la nueva condición de pagar en rublos, en lugar de en dólares o euros como está recogido en los contratos vigentes. Y esos dos países pueden ser solo los primeros de lo que los expertos ya denominan: la guerra del gas.