Exploradores urbanos: un viaje exótico cuando no se puede salir de la ciudad

  • El urbex es un movimiento mundial que promueve la exploración de espacios generalmente abandonados

  • No realizan grafitis o actos vandálicos, solo exploran y toman fotografías

  • A principios del siglo XIX, había excursiones a las alcantarillas de París para las clases adineradas

Ahora que salir en busca de lugares exóticos, fuera de nuestras fronteras, se ha puesto muy difícil por las restricciones del coronavirus quizá ese viaje esté más cerca de lo que usted piensa: bajo sus pies. No hay clases 'business' pero los que llegan allí son muy exclusivos. Sus únicos turistas son los exploradores urbanos. Recorren las profundidades de las ciudades o lugares abandonados. Para hablar de ellos, que mejor que ir con uno de los que más explora en España: Imix (@imix2x) acompañado de otro compañero Jota (@jotaxpx).

Recorremos un descampado al que no le veo ni la gracia ni el misterio prometido, trago polvo y me muero de sed pero paciencia, no se trata de meterse por el primer agujero que uno vea en la ciudad: aparte de ser muy peligroso podemos tener problemas con la Policía. Por fin damos con la puerta a nuestra aventura. Un saliente de cemento con unas escaleras que descienden. A nuestro alrededor sólo hay lo que en un principio iba a ser otro de de tantos planeamientos urbanísticos que quedó en nada.

Antes de bajar se comprueba el equipo: intercomunicadores, linternas, un explosímetro para medir la calidad del aire que respiramos y, sobre todo, buenas cámaras para tomar fotos. Si no va bien equipado y acompañado de expertos mejor no haga exploración urbana. Puede ser muy peligroso, desde desprendimientos en casas abandonadas, caídas a gran altura o crecidas en alcantarillados por lluvias que pueden producir ahogamientos. No dejaremos de insistir en esto, es una actividad que puede entrañar gran riesgo si no se hace con un mínimo de sentido común.

Por otro lado, “hay jóvenes que prefieren estar en casa fresquitos jugando al ordenador, nosotros preferimos salir y vivir nuestra propia aventura”, señala Imix. Los exploradores urbanos no tienen nada que ver con grafiteros o vándalos que contaminan y destrozan los lugares por donde pasan. Los que practican urbex son fotógrafos que buscan retratar la incógnita de la historia que se posó en los muros que recorren. ¿Qué pasó en este hospital abandonado? ¿Quién anduvo por estas habitaciones? ¿Qué historias de amor o batallas se contaron en este cine clausurado? ¿Hasta dónde lleva este túnel? También la belleza de la ingeniería de las grandes estructuras que para la gran mayoría son moles de cemento que estorban a nuestra mirada para ellos un mundo nuevo.

Por eso, en ocasiones sus imágenes son testigos del gran despilfarro en infraestructuras que después de las fotos y flashes de la inauguración quedan sumergidas en la oscuridad del olvido. Hasta que por un agujero se cuela un explorador y con la luz de su cámara retrata en que quedó todo. Como por ejemplo consiguió Imix al ver como estaban las dos tuneladoras abandonadas en la construcción de la línea 9 del metro de Barcelona. Cada una de ellas costó aproximadamente 24 millones de euros. La obra lleva años paralizada.

La exploración urbana es un fenómeno mundial pero que no es de ahora. Ya a principios del siglo XX en las alcantarillas de París, la clase burguesa parisina hacía excursiones turísticas. Mucho antes, en el XIX se realizaban visitas a las catacumbas de París, donde había cientos de miles de huesos procedentes de los cementerios.

Quien sabe mucho de eso es el periodista norteamericano Will Hunt, autor del libro Subterráneo (Editorial Crítica) “Una historia humana de los mundos que existen bajo nuestros pies”. La apariencia de Will engaña, siempre con una sonrisa y con un gran sentido del humor. Está lejos de la figura cinematográfica del tipo duro de explorador aguerrido que correspondería a uno que ha estado, como él, tres noches bajo tierra en París para cruzarse entera la ciudad de punta a punta sin ver la luz del sol. Cualquiera diría que hay que ser muy raro para vivir experiencias como esa pero como él nos señala entre risas “No, no soy ningún friki. A mí me parece muy natural verse atraído por el submundo subterráneo. En cierto modo, al principio nos produce cierto rechazo luego ejerce magnetismo para explorar sus profundidades”.

Quizá Will ha cumplido los sueños de aventureros que otros nos quedamos por hacer cuando éramos niños y que han continuado Imix (@imix2x) o Jota (@jotaxpx): explorar. Will recuerda que cuando tenía 16 años “me encontré con un túnel abandonado que pasaba justo debajo de mi casa. Fue como descubrir el sitio más fascinante de mi vida y que además estaba bajo el lugar más familiar para mí: mi casa”. Al comienzo de su libro reproduce una frase del poeta surrealista francés Paul Éluard, que bien podría resumir ese espíritu explorador: “Existe otro mundo, pero está en este” . Pero a Will tampoco le hace falta recurrir a sentencias célebres para explicar esa sensación : “ser consciente de los espacios que existen bajo nuestros pies es sentir cómo se despliega el mundo”, señala en una de sus páginas.