La mayoría de chicos viven en la calle y han encontrado en el balón una oportunidad. "Empezamos con este proyecto de fútbol sala donde chicos que viven en la calle forman un equipo". Un grupo que dirige Fernando Díaz y que ayuda a muchos migrantes olvidar por un momento sus inicios en España y la dura realidad.
Son chicos de 22 a 32 años que se conocen por el nuevo equipo formado en Santa Anna, Barcelona. "Vine en patera, 37 horas en el mar", comenta uno de los jugadores del equipo de fútbol sala. "Estoy en la calle, no tengo ni casa ni nada", explica un segundo futbolista sobre su situación personal. "Un mes estoy en casa de amigos, otro mes en la calle...", subraya otro.
Su vida ha mejorado desde que empezaron a competir en una liga de aficionados con el equipo de la parroquia de Santa Ana, donde también les dan algo de comer y también se pueden duchar. "Me encanta el fútbol. Siempre he sido seguidor del Barça, desde que era niño", comenta otro de los jugadores.
Jugando, han aprendido los valores de este deporte. "Trabajan en equipo. Deben saber trabajar todos juntos y saber ganar y perder", explica Montse Pujadas, Voluntaria y responsable del área social del hospital de campaña Santa Anna. Es un proyecto precaro, pero las ganas de jugar están intactas.