Fue un empleado de limpieza del Ayuntamiento el que dio la voz de alarma. Barría esta calle cuando vio este coche: tenía manchas de sangre en el capó, la parte izquierda abollada y el faro y el cristal del conductor rotos. Además, la luna delantera estaba tapada con cartones sujetos por el limpiaparabrisas.
Llamó a la Policía porque había visto en la tele su petición de ayuda. Sí, era el coche que buscaban. Poco después, le detenían a él: 19 años y dueño de un vehículo que, de entrada, se comprobó, no tenía el seguro obligatorio. Él ha negado ser quien lo conducía, dice que se lo prestó a un amigo. Eso es justamente lo que se investiga ahora.
Claudia, 20 años, estudiante de medicina, volvía a casa a las dos de la madrugada. Cuando cruzaba la calle, el coche que han visto, la atropelló y se dio a la fuga. En ese momento, la intentó ayudar el portero de una finca cercana. Poco después, los equipos de emergencia llegaban a la zona.
La muerte de Claudia ha sido un atropello con fuga. La Policía y asociaciones aseguran que el delito de atropello con fuga no deja de aumentar. El conductor prefiere huir para ocultar su estado de embriaguez o influido por el consumo de drogas o, también, que no tiene carné de conducir.