AVE a Galicia
Este lunes 20 de diciembre los reyes inaugurarán el último tramo del AVE a Galicia
Recorremos a pie de vía una la parte más complicada de la construcción ferroviaria
La escarpada orografía gallega multiplica la dificultad de construcción
Ya no verá con los mismos ojos como pasan las traviesas de las vías al saber el esfuerzo que hay tras ellas. Es una de las grandes infraestructuras ferroviarias de este país que ha costado más de 9.000 millones de euros y que con sus parones y puestas en marcha condensan 20 años de trabajo desde que se puso la primera traviesa en las inmediaciones de Santiago de Compostela en junio de 2001.
Estamos en el tramo que conecta las líneas del AVE de Galicia con las de la meseta. Por un lado, tenemos los tramos que unen La Coruña, Santiago de Compostela, Vigo y Orense y, por otro, la líneas de AVE que llegaban hasta Puebla de Sanabria, en Zamora. Para conectar Madrid con Galicia había que atravesar las montañas del macizo orensano. Son de 103,9 kilómetros de vías en las que más de la mitad discurren por 31 túneles y otros 32 viaductos.
Contrariamente a lo que pensamos, los ingenieros prefieren horadar una montaña de roca que una de arena como nos confirma Arturo Pastor, Jefe de Construcción de ADIF-Alta Velocidad: “Con tierra tienes que ir más lento para asegurar que no se derrumbe mientras que la roca es más sólida”.
En el trazado se han tenido que evitar espacios protegidos, yacimientos arqueológicos y como no, y en tres ocasiones, el Camino de Santiago. Sin embargo, un tren por su longitud y velocidad necesita kilómetros de margen para variar la ruta: “No es como un coche que puede girar noventa grados en pocos metros. Aquí se necesitan al menos 13 kilómetros para que un tren pueda conseguirlo”, señala Pastor.
Junto a Raúl Correas, subdirector de construcción noroeste ADIF-Alta Velocidad, recorremos otra parte del túnel bitubo de Portocamba, en Orense. Una de las cosas que nos llama la atención es que se han construido dos túneles con el mismo trayecto y no uno solo más grande para que cupiesen dos trenes y así ahorrar en la construcción. Sin embargo, como nos señala Correas esto se debe a una mayor seguridad: “Si hay un problema en un túnel se puede sacar a las pasajeros a través de pasillos intermedios hasta otro túnel donde estarían a salvo”.
La ministra de transportes Raquel Sánchez fijó el coste del AVE de Galicia en 9.040 millones. En orografía llana el kilómetro de construcción de vía de alta velocidad cuesta entre 2 y 4 millones de euros mientras que en una orografía muy accidentada se multiplica hasta llegar a los 12 o 16 millones por kilómetro. Por eso, Juan Pablo Villanueva Director General de ADIF-Alta Velocidad nos justifica los sobrecostes que se producen en grandes infraestructuras: “Te encuentras con que tienes que evitar yacimientos arqueológicos que no habían aparecido o que al perforar una montaña su estructura es diferente a la prevista”.
Los trenes pueden llegar a desplazar miles de toneladas porque tienen poca superficie de rozamiento sus ruedas con los rieles. Casi se puede decir que se va deslizando por ellos. El problema es que necesitan mucha más distancia para acelerar, frenar, girar y también para subir grandes pendientes.
Como no puede superarlas si son muy pronunciadas, patinaría, se hacen túneles y viaductos. Por eso la construcción de los 31 túneles y otros 32 viaductos que atraviesa este este tramo del macizo orensano. En el total de la obra se han movido 18 millones de metros cúbicos de tierra como si se llenasen a 'grosso modo' unos 40 estadios como el Santiago Bernabéu o casi 3752 torres de Hércules de La Coruña.
Se trata de una constante adaptación al entorno que hacen que los 600 kilómetros del AVE a Galicia resuman dos décadas de trabajo en una ráfaga que verá a través de su ventanilla.