Las marchas del Orgullo han vuelto a Madrid aunque con aforo limitado, sin carrozas pero con el mismo espíritu reivindicativo y festivo, y con el colectivo transexual especialmente sensibilizado por la ley aprobada esta semana.
Orgullo muy atípico. De entrada porque las primeras banderas han sido estas otras: azul, rosa y blanco. Las del colectivo trans, protagonista de esta edición con el proyecto de ley del Gobierno. En la boca de todos, los padres de las nuevas generaciones y las voces más veteranas. Atípica también la pancarta, con activistas pero nada de políticos en las primeras filas. Lo importante es que el Orgullo, tras el parón del año pasado, vuelve donde siempre ha estado. En la calle, en la vida y entre todos nosotros.