El año 2019 será recordado como el de las urnas. Hubo tres citas electorales. Dos de ellas, por primera vez en la historia, para elegir en un mismo año a un presidente del Gobierno.
El tacticismo político, el populismo, moverse a golpe de encuestas y la falta de interés real en llegar a entendimientos en un arco parlamentario muy fragmentado (llámese bloqueo) han sido la clave política del año.
Más difícil han sido los acuerdos para la izquierda que para la derecha. PP, Ciudadanos y VOX mostraron su pragmatismo pronto con pactos para gobiernos autonómicos y locales. Como el que llevó a Juan Manuel Moreno Bonilla, a pesar de su mal resultado electoral, a convertirse en el primer presidente popular de Andalucía tras 36 años ininterrumpidos de dominio socialista. Casos similares ocurrieron en la Comunidad de Madrid o en Murcia. El tripartito fue en cambio incapaz de aunar fuerzas en las generales. La España Suma por la que imploró durante meses Casado para canalizar el voto útil no llegó a fraguar. Acabó pasando factura sobre todo a Ciudadanos condenado casi a la irrelevancia en el Congreso con 10 diputados y de paso fue el fin de la carrera política de su presidente, Albert Rivera. El gran beneficiado, VOX. En tiempo récord el partido de Abascal se convirtió este año en la tercera fuerza política del país.
Sánchez pudo haber gobernado con mayoría absoluta junto a Ciudadanos pero no se entendieron. Tampoco lo hizo con Unidas Podemos. Sólo cuando los partidos de izquierdas perdieron fuerza tras las la repetición de elecciones, el acuerdo que fue imposible durante meses acabó fraguando en apenas 48 horas en el conocido ya como pacto del abrazo entre Sánchez e Iglesias.
Un año en el que Podemos ha vivido una escisión a cargo de Iñigo Errejón y Más País. Nos deja la imagen de la exhumación de los restos del dictador Franco del Valle de los Caídos o el escarnio vivido por los socialistas tras la sentencia del caso de los EREs en Andalucía con dos expresidentes autonómicos del PSOE condenados. Otra sentencia, la del procés, marcó una trágica semana de disturbios en Cataluña en octubre y en diciembre ha seguido condicionando la agenda política.
Del Sánchez defenestrado por los suyos al ganador de dos elecciones en un año ha pasado mucho. Convenció a sus bases y a los votantes pero no ha logrado hacer lo mismo con sus adversarios. Cierra el año sin haber sido capaz de ganar una investidura.