Los vecinos de los barrios más céntricos de muchas ciudades siguen sintiéndose acosados por la proliferación de pisos turísticos. Se quejan de que las medidas para acotarlos o prohibirlos no valen para nada porque muchos propietarios prefieren pagar las multas a dejar de alquilar a precios astronómicos sus pisos o apartamentos.
En ciudades como Palma se van a tomar medidas más drásticas, como precintar los pisos turísticos ilegales. Hasta ahora, esa medida solo se aplicaba a hoteles.
En otras ciudades como Nueva York sí se ha conseguido frenar en parte esta invasión que causa muchas molestias a los propietarios que viven allí. Lo han hecho tomando medidas drásticas: los huéspedes se tienen que quedar como mínimo 30 días, no pueden cerrar la puerta de su habitación con llave y el anfitrión tiene que convivir con ellos. Esas normas han hecho que se retiren 10.000 pisos turísticos.