Entramos en el otoño de mayor tensión política que se recuerda en muchos años. La semana que viene se celebra una primera investidura, la de Alberto Núñez Feijoó, abocada al fracaso a priori, pero rodeada de acusaciones muy graves e incluso todo tipo de sospechas entre los dos principales partidos españoles por la amnistía.
El PP acusa a Sánchez de indignidad por poner España a la venta, y el PSOE a Feijoó de estar alentando entre diputados socialistas el transfuguismo.
Este domingo el PP espera exhibir fuerza en la calle con un acto en Madrid que Génova activó la semana pasada. Un acto que llega tras un cambio de lugar de última hora y confusiones sobre su naturaleza. Finalmente será en la plaza de Felipe II de Madrid, en el barrio de Salamanca, bastión exclusivo del PP, lo suficientemente distante de aquella foto de Colón.
Génova fleta autobuses de toda España para asegurarse el éxito de asistencia, y apuesta por que ondeen banderas españolas en lugar del PP. Un acto protesta con sentido nacional, más que de partido. Estarán los barones regionales e intervendrán Aznar y Rajoy previo a Feijóo.
Finalmente Almeida y Ayuso harán de teloneros en calidad de anfitriones. Aunque preocupa que se vuelva a repetir lo de la última noche electoral en Génova.
Pero lo más raro es que este acto, más propio de un partido de oposición, se celebre a 48 horas de la sesión de investidura de quien aspira a ser presidente del Gobierno.