Nadie sabe qué es lo que detuvo al batallón Wagner a 200 kilómetros de Moscú, cuando había recorrido ya casi 800 desde Ucrania sin apenas resistencia en su empeño de acabar con la jerarquía militar rusa a la que acusa de corrupción y mentiras.
Tanto el jefe de Wagner, Yevgueni Prigozhin, como el Kremlin aseguran que se llegó a un acuerdo para evitar un baño de sangre. Tras unas horas de máxima tensión y riesgo de guerra civil, vuelve una relativa normalidad a Rusia.
“Yevgueni Prigozhin, exiliado”, ha informado Xavier Colàs desde San Petersburgo para ‘Cuatro al día’, mientras que “Putin parece que de momento no toma venganza y aquí en Rusia, la sensación de que lo más difícil ha pasado”.
“Vuelve poco a poco en el sur del país, donde empezaron los problemas. Los combatientes chechenos enviados a Rostov para hacer frente a los hombres de Prigozhin vuelven a sus posiciones en el frente ucraniano. Aunque uno de los puentes que da acceso a Moscú sigue bloqueado por más de 20 vehículos que fueron colocados allí para hacer frente a los insurgentes”, ha señalado.
“En la capital rusa se ha decretado que el lunes será no laborable para reiniciar el sistema. Y ahora todos pendientes de Putin, de los cambios que puede hacer en la cúpula militar después de estas últimas horas tan difíciles”, ha informado.
El jefe del grupo Wagner abandonó el sábado por la noche Rostov, que fue su cuartel general durante la revolución exprés. “Gracias Wagner”, les repetían a sus hombres, estrechándoles la mano y haciéndose selfis.
Las tropas se replegaron a sus bases tras llegar a un acuerdo que puso fin a una rebelión de 36 horas. Se logró con la mediación del presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, por el que Vladimir Putin se comprometió a retirar los cargos penales contra el líder de Wagner y sus tropas.
Así, Yevgueni Prigozhin se exiliará a la capital bielorrusa y no habrá represalias ni contra él ni contra sus hombres, es más, los milicianos podrán alistarse en el Ejército ruso. El portavoz del Kremlin dice no saber dónde está ahora Yevgueni Prigozhin.
El pacto llegó cuando el convoy estaba a solo 200 kilómetros de Moscú. Los vehículos militares se daban la vuelta para “no derramar sangre rusa”, decía su líder en redes sociales.
Poco a poco volvía la normalidad. Las excavadoras en la carretera hacia Moscú rellenan hoy las mismas zanjas que abrieron ayer para frenar a la columna de milicianos que ha supuesto una peligrosa amenaza al régimen de Vladimir Putin.