El batallón del grupo Wagner ha detenido su avance hacia Moscú para evitar un derramamiento de sangre. Así lo ha anunciado su líder Yevgeni Prigozhin tras mediar con Bielorrusia. Los mercenarios al servicio del Kremlin se habían rebelado contra el Ejército de Vladimir Putin y su ministro de defensa y han tomado a primera hora Rostov, donde se han visto peleas entre civiles rebeldes y partidarios de Putin. Este ha declarado traidores a los mercenarios y ha movilizado tanques, helicópteros y aviones contra sus columnas.
Entrevistado por los presentadores de la edición fin de semana de ‘Cuatro al día’, Marta Reyero y Roberto Arce, Ernesto Pascual, doctor en Relaciones Internacionales de la UOC, ha asegurado que tras parar su avance “se dice que se intentará reformar la cúpula de defensa de Rusia”. Por lo que el líder de Wagner o “alguien muy próximo a él estará dentro de esa cúpula”.
Lo ocurrido muestra que “una parte del Ejército ruso está a su favor, porque de lo contrario es imposible que una columna avance 400 kilómetros sin respuesta ninguna. Con lo cual, probablemente, es una batalla de élites dentro del propio Gobierno ruso”.
Esta rebelión se ha dado por una “combinación de factores”. “Por un lado, ha crecido demasiado en poder un grupo paramilitar”, ha dicho. Por otro, “ha ido haciéndose poco a poco con una repercusión política y con poder real dentro de Rusia”.
No obstante, ha descartado que los mercenarios puedan derrocar a Putin: “25 000 hombres no podrían contra el segundo Ejército del mundo, salvo que haya posibilidades de que otras personas le estén apoyando, otros grupos de poder, de élites, le estén apoyando en este avance a Moscú”.
Asimismo, ha descartado la guerra civil, “parece más bien una guerra palaciega”. Aunque ha reconocido que es la primera vez en la historia de Rusia que “un grupo privado conquista una ciudad”, dice, “también hemos visto que se repliegan”.
Lo que está claro es que las sanciones impuestas funcionan “mejor o peor” en la “desestabilización de poder de Putin”.
Por último, ha apuntado que la comunidad internacional debería actuar como lo ha venido haciendo, “monitorizando toda la situación”.
A primera hora, mercenarios de Wagner han tomado la ciudad rusa de Rostov ante la incredulidad de la gente que grababa la situación y colapsaba las tiendas para hacer acopio de alimentos.
Esta ciudad del sudeste ruso y poco más de un millón de habitantes ha sido su primera etapa en su rebeldía contra el mando militar ruso. En sus canales de Telegram, han asegurado que los soldados de Putin se estaban rindiendo en masa y que los mercenarios tenían ya bajo su control Rostov y llegaban sin resistencia a Vorónezh, a poco más de 500 kilómetros de Moscú.
“Lo único que hacemos es controlar la situación para que los aviones rusos no nos ataquen a nosotros, sino que ataquen a los ucranianos”, dijo el jefe del grupo paramilitar Wagner, Yevgeni Prigozhin, acusando a las tropas rusas de bombardear uno de sus campamentos y matar a 2 000 de sus hombres. Es la gota que ha colmado el vaso, dicen, y que les declaraba en rebeldía. “Vamos a llegar hasta el final para deponer al mando militar ruso”, ha asegurado Yevgeni Prigozhin, añadiendo: “Destruiremos todo lo que se ponga en nuestro camino”.
Putin les ha acusado de traición, ha abierto una causa penal contra Prigozhin por llamamiento al levantamiento armado y ha anuciadoque responderá con dureza: “Nos enfrentamos a una traición. Ambiciones exorbitantes e intereses personales que llevan a la traición a nuestro país y a nuestra gente. Nuestras acciones para protegernos serán duras”.
Prigozhin ha respondido a las amenazas: “Putin ha hecho una mala elección y Rusia pronto tendrá un nuevo presidente”. Duras declaraciones que se cuelan en la televisión de Moscú hackeada por sus seguidores.
Mientras los mercenarios se dirigían a la capital rusa en lo que han llamado Marcha por la Justicia, vehículos blindados del Kremlin protegían el centro de la ciudad. Esta misma mañana las tropas de Putin cortaban las autopistas de acceso a Moscú y la ciudad ponía en marcha medidas antiterroristas. Se ha prohibido la celebración de cualquier acto multitudinario, y se ha activado el protocolo antiterrorista.
Horas después, Prigozhin ha aceptado una propuesta para detener su avance hacia Moscú del presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, quien había recibido previamente autorización del presidente ruso, Vladimir Putin, para emprender esta mediación.
Pero, ¿ quién es Yevgeni Prigozhin y cuándo nace el batallón de mercenarios Wagner?
Los mercenarios son caros, pero más efectivos que un ejército regular. Hacen el trabajo sucio sin preguntar y nunca aparecen en las cifras oficiales de muertos en combate. Estas son solo algunas de las ventajas de los mercenarios, organizaciones militares privadas como el grupo Wagner que trabaja para Putin en Ucrania.
Este grupo de mercenarios aparece por primera vez en el año 2014 durante la invasión de Crimea y la guerra en el Donbás. Entonces, los soldados ucranianos les llamaban 'los hombrecillos verdes' porque todos llevaban pasamontañas y uniformes militares, pero sin ningún tipo de distintivo.
Desde allí pasaron a combatir en Siria y Libia y más tarde extendieron sus servicios como mercenarios, principalmente por África en países como Angola, Mozambique, República Centroafricana, el Congo o Mali, donde hoy tienen una importante presencia.
La brutalidad de la guerra de Ucrania ha sacado al grupo Wagner del anonimato. Durante años, el grupo Wagner ha estado oculto tras un entramado de empresas hasta que hace cuatro meses abrió en San Petersburgo su primera sede oficial.
A pesar de que el código penal ruso persigue a los mercenarios, según la organización, en esta oficina solo se tramitan proyectos patrióticos en defensa de Rusia, pero la realidad es muy diferente a esta carta de presentación. El grupo Wagner ha sido sancionado por la Unión Europea y declarado como organización criminal por Estados Unidos.
Los mercenarios de Wagner fueron creados por Dmitri Utkin, un exteniente coronel de las fuerzas especiales rusas cuyo nombre de guerra era Wagner. Pero el grupo de mercenarios necesitaba un inversor y ese es Yevgeni Prigozhin.
Pasó diez años en la cárcel y, tras salir de prisión, montó una empresa de salchichas. Más tarde, uno de los mejores restaurantes de San Petersburgo, en donde conoció a Vladimir Putin y del que consiguió lucrativos contratos de cáterin tanto para el Ejército ruso como para el Kremlin. Se le conocía como el chef de Putin.