Las excavadoras trabajan sin descanso en la calle Consell de Cent de Barcelona. Allí se está construyendo la cuarta superilla de Barcelona, uno de los proyectos estrella de la alcaldesa Ada Colau.
La idea de las superillas, o supermanzanas, es aislar varias manzanas para que los coches que atraviesan la ciudad no pasen por ahí. Dentro de la supermanzana el tráfico se limita a 10 km/h y no se puede aparcar en superficie. En ese espacio que se dedicaba a los coches se crean zonas para los vecinos.
El asunto divide a los barceloneses. Los partidarios apoyan este modelo porque reduce la contaminación y el ruido y les ofrece un espacio en el que encontrarse con sus vecinos. Los detractores se quejan de la eliminación de cientos de plazas de garaje y temen que en las nuevas plazas surjan nuevos problemas, como el botellón.
A pesar de la polémica, el modelo se extiende. Valencia acaba de inaugurar su primera supermanzana en el barrio de La Petxina, con mesas de ping pong y zonas de picnic.