Voluntarios ucranianos trabajan sin descanso bajo tierra para ayudar a sus militares a combatir en el frente
Decenas de voluntarios ucranianos trabajan bajo tierra para ayudar a sus soldados a combatir en el frente
Desde 2014, se emplean sin descanso durante 10 horas al día para hacer objetos con los que camuflarse
Además, en el sótano guardan cajas con raciones de comida, material de protección y ropa
La guerra en Ucrania cumple este domingo 284 días desde que comenzó la invasión rusa y las tropas de Vladimir Putin continúan sus ataques en la región de Donetsk. Mientras tanto, los servicios de Inteligencia de Estados Unidos han informado de que la guerra se ha ralentizado y que es probable que siga así durante los próximos meses de un invierno que se presenta muy duro, sin calefacción, debido a los ataques rusos a la red eléctrica del país.
La bajada en el ritmo de la guerra que destaca la CIA se debería a que ambos bandos estarían reorganizándose y reabasteciéndose de cara a la primavera. No obstante, tantos los rusos como los ucranianos siguen con sus pequeños avances en el Donbás. Y el horror no cesa. En Zaporiyia, los militares del Kremlin detuvieron a un convoy de civiles que trataban de huir y los estuvieron maltratando durante días.
MÁS
Realizan redes de camuflaje y trajes para francotiradores
La guerra ha provocado que la gente aprenda a convivir en la superficie y bajo ella. Desde 2014, decenas de voluntarios ucranianos, la mayoría mujeres, se emplean sin descanso para ayudar a sus defensores en el frente. Las habitaciones recorren un largo pasillo.
Yulia, encargada del lugar, explica que llevan trabajando todos estos años sin parar y durante 10 horas al día. "Ayudamos a nuestro militares porque nos protegen a nosotros y a nuestra tierra. Solo trabajando juntos podremos ganar", afirma. También destaca que "todo lo que tenemos proviene de donaciones".
Encontramos paredes llenas de redes de camuflaje de color blanco que están destinadas a impedir que los carros de combate sean vistos en la nieve. Además, hacen trajes especiales para los francotiradores con hilos marrones para pasar desapercibidos ante el enemigo.
Los voluntarios también realizan bajo tierra miles de nudos día a día con sus manos, un trabajo artesanal impecable. Nina dice que lo más doloroso es "saber que puede que esos muchachos no vuelvan a casa". "Les ayudamos a camuflarse y les hacemos calcetines para que estén calientes", señala. En el sótano guardan cajas con raciones de comida, material de protección y ropa. Absolutamente todo irá al campo de batalla.
Habitaciones con camas, mantas y una pequeña biblioteca
También guardan otro secreto. Cuando las alarmas suenan, el miedo se apodera de los ciudadanos y estos bajan a resguardarse. Tienen sillas, dormitorios con camas para descansar y mantas. De hecho, cuentan incluso con una pequeña biblioteca en la que por momentos pueden evadirse entre las historias de los libros.
Nataly, otra de las encargadas, relata los inconvenientes que hay con los cortes de electricidad: "Tenemos serios problemas con la luz por los ataques, pero contamos con luces LED y velas, por lo que la gente está más segura y nosotras podemos seguir trabajando".
Los soldados les agradecen el esfuerzo y les dan regalos. "Solo queremos que sea más fácil para ellos estar en una trinchera", subraya una emocionada Yulia.