Los ucranianos, tras más de seis meses de guerra, malviven bajo tierra para evitar los bombardeos rusos
Los ucranianos, tras más de seis meses de guerra, malviven bajo tierra para evitar los bombardeos rusos
El sonido de las bombas en la localidad de Bahkmut es imparable, con más de diez explosiones por hora
La guerra entra en una nueva fase con la anexión de las cuatro provincias ucranianas por parte de Rusia
Bahkmut es una localidad ucraniana en el frente de batalla donde la esperanza se ha perdido entre sus habitantes. Los puentes han sido destruidos para evitar el avance ruso y los ciudadanos tienen que cruzar por allí a diario para ir a recoger suministros.
Vitaly y su familia viven al otro lado del río y él cuida dos edificios para que los saqueadores no campen a sus anchas puesto que todos los vecinos huyeron. "Vivimos cerca del puente, bajo los proyectiles. Los cohetes pasan cerca todo el tiempo", explica. Su hijo, el más pequeño y menos consciente de la situación, dice tener miedo. Sin embargo, lo que más le molesta de la guerra es que todos sus amigos se fueron y no tiene con quien jugar.
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Los bombardeos rusos no cesan
El sonido de las bombas, cuando se han cumplido ya más de seis meses de conflicto, es imparable, con más de diez explosiones por hora. Los edificios están completamente destrozados.
Un vecino de una casa que permanece en llamas señala el lugar donde cayó el misil. Además, muestra que su vivienda también está ya destruida. "Mi mujer se fue hace dos días. Yo no puedo dejarle todo a los ladrones. Toda mi vida está aquí, mis padres también. Aquí (en un zulo) es donde me escondo de las bombas", detalla. Las explosiones continúan y los reporteros tienen que huir, dejando a Valery atrás y sin saber qué habrá sido de él.
Otros habitantes, desesperados, tienen miedo, pero juegan con su suerte bajo los bombardeos vendiendo fruta en la calle para poder sobrevivir. "Mi esposa está enferma, no podemos irnos y necesitamos dinero", señala el improvisado comerciante.
Los ciudadanos de Bahkmut cocinan en la calle y se refugian bajo tierra, en unos fríos y oscuros sótanos. Allí, Tatiana tiene todo preparado. "Estamos listo para cualquier cosa, incluso para si llegan los rusos. Ya nada depende de nosotros", afirma esta valiente y resignada mujer.