El vídeo del acoso a Izan el día de su cumpleaños, llamándole gordo, ha causado conmoción, indignación y también ha despertado una campaña de solidaridad con el pequeño de 11 años. En algunos casos el bullying termina de la manera más terrible, en suicidio. Las familias afectadas se están movilizando para lograr una ley antiacoso en los colegios. Los psicólogos advierten: el problema no es exclusivo de la escuela. Para combatirlo, debe implicarse toda la sociedad.
“El colegio se acerca y empiezan a tener pánico muchos niños porque saben lo que les espera”, explica José Manuel López Viñuela, padre de Kira, una menor de 15 años que se quito la vida tras sufrir cuatro de acoso.
Las imágenes del cumpleaños de Izan recorrieron las redes poco antes del inicio del curso y, cuando este padre se enteró de que el niño llegó a casa diciendo que no quería vivir más, recordó a su hija fallecida: “Mi hija dijo esa misma frase. Volvió a casa con un ataque de ansiedad y dijo: ‘No merece la pena vivir’. Por eso, cuando escuché que Izan había verbalizado la misma frase que dijo mi hija, dije: ‘bueno…’”.
Ahora, lucha por una ley antibullying que proteja a los menores y ya ha recogido 150 000 firmas. “Si tú te dejas la piel en educar correctamente a tu hija, pero en el centro escolar no cumplen su padre, vas a perder. Está allí todo el día”, ha subrayado.
En este sentido, considera que “hay una indefensión terrible para los alumnos y sus padres porque no hay consecuencias, ni penales, ni civiles. El centro educativo sabe que no le van a cerrar”.
Por eso, entre otras cosas, pide que los centros cuenten con un observador antiacoso: “Debía de ser un funcionario externo o alguien que, aunque le pague el colegio, no tenga que rendir cuentas y pueda actuar por cuenta propia”.
Los psicólogos, por su parte insisten, en que el problema del bullying compete a toda la sociedad. “Esto no es solo un problema exclusivo de la escuela. El acoso escolar, aunque tiene el adjetivo de escolar, es una enfermedad social, una enfermedad que puede combatirse con valores”, apunta José Antonio Luengo, decano del Colegio de Psicología de Madrid.
Considera que “no podemos seguir soportando que haya niños que se levanten cada mañana diciendo voy al infierno” porque “para ellos ir al infierno es ir a un sitio donde entienden que no les quieren”.
Para ello, subraya, “hay una parte sustantiva del día a día que debería incorporar la bondad, el buen trato, la defensa del más débil, del más vulnerable”. “El liderazgo no puede estar fundamentado en la idea de pisar al otro pase lo que pase”, asevera.
En el caso de Izan se ha convertido en símbolo de una lacra que en demasiados casos se sufre en silencio. En su caso, la difusión de las imágenes despertó una campaña de solidaridad, que el propio pequeño de 11 años ha agradecido: “Me habéis subido mucho la moral y la felicidad y os quería decir muchas gracias por todo lo que habéis hecho”.