El desastre estuvo a punto de asolar las aguas baleares cuando un ferry y un pequeño barco turístico tomaron la misma dirección y estuvieron a punto de chocar el uno con el otro. Cundió el pánico en ambas embarcaciones, pero gracias a los bocinazos del ferry y a la rápida reacción del capitán del barco turístico se pudo obrar el milagro y, finalmente, las dos embarcaciones no colisionaron.