Hace apenas seis meses la mayor tensión se vivía paradójicamente entre los dos líderes que hoy han sellado el que puede ser primer Gobierno de coalición de la democracia. Desde las elecciones de noviembre cada vez que vemos a Iglesias y a Sánchez es fundidos en un abrazo.
Pablo Iglesias defiende con pasión el acuerdo de gobierno. Ataca a la derecha e intenta seducir a los independentistas. Habla, por ejemplo, de exiliados. Iglesias ha usado su turno de palabra para declara su lealtad a Pedro Sánchez. Sánchez le devuelve el cariño. Cierran la declaración de amor mutua con un apretón de manos y esta vez es Sánchez el que toma la iniciativa para convertirlo en un abrazo.