El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sale reforzado en las elecciones catalanas de este domingo, en las que su apuesta por el exministro Salvador Illa como candidato socialista se ha saldado con la victoria del PSC en número de votos, con su mejor resultado desde 2006. Y, en frente, la alternativa nacional del PP sale debilitada tras perder ante Vox.
Tras la renuncia de Miquel Iceta a repetir como cartel electoral, Sánchez decidió entregar la candidatura a su ministro de Sanidad, cosechando las críticas de toda la oposición, e incluso de sus socios de Unidas Podemos, por hacer ese cambio en plena pandemia.
Al final, el llamado 'efecto Illa' ha funcionado para los socialistas, que han conseguido la victoria en votos y han obtenido un porcentaje de voto en elecciones autonómicas que no veían desde 2006, los comicios anteriores a que emergiera Ciudadanos. La última vez que el PSC ganó en votos unas elecciones catalanas fue en 2003, con Pasqual Maragall, aunque perdió en escaños ante CiU.
Además, ese 23% logrado este domingo supera incluso el 20,50% que el PSC obtuvo en las últimas elecciones generales en Cataluña, pese a que en los comicios al Congreso los socialistas suelen obtener más votos que en autonómicas.
El líder del PSOE refuerza su victoria al ver que, por contra, la alternativa nacional que representa el PP sale muy debilitada en estas elecciones, pues los de Pablo Casado sólo han conseguido escaños en una de las cuatro provincias catalanas (Barcelona) y encima han sido superados ampliamente por Vox.
Si el PP había conseguido un 7,42% en las últimas generales, en las elecciones de este domingo no ha llegado al 4%, peor incluso que en las anteriores autonómicas. Y, en cambio, el partido que lidera Santiago Abascal supera incluso a la suma de PP y Ciudadanos, lo que abre una batalla por el liderazgo de la oposición que puede facilitar al Gobierno de coalición con los demás partidos.
Estas elecciones son también positivas para Unidas Podemos, el socio de Gobierno del PSOE, pues tras los fracasos de Galicia y País Vasco logra retener la representación parlamentaria que tenía en Cataluña. Lejos quedan los tiempos en que En Comú era el primer partido de Cataluña (las generales de 2015 y 2016), pero al menos sólo pierde medio punto respecto de las anteriores elecciones autonómicas y repite el número de diputados.
La incógnita para el Gobierno son las consecuencias que estas elecciones puedan tener en el comportamiento de ERC en el Congreso, el aliado exterior que posibilitó con su abstención la investidura de Pedro Sánchez y que apoyó los presupuestos Generales.
Si los republicanos optan por reeditar la alianza independentista con Junts, les llevaría a tensar la cuerda con el Gobierno e incluso abrir fisuras entre PSOE y Unidas Podemos. Por contra, si ERC prefiere marcar un perfil de izquierdas en Cataluña, el Ejecutivo tendría más fácil encontrar apoyos para sacar adelante su agenda gubernamental.
El otro factor que pondrá a prueba al Gobierno será el comportamiento de Ciudadanos tras su debacle de este domingo. El partido 'naranja', que pese a estar en la oposición ha permitido al Gobierno aprobar prórrogas del estado de alarma, puede decantarse por la confrontación o mantener abierta la puerta a acuerdos puntuales