Resultó curioso, incluso paradójico, ver en la inauguración del Congreso de los Móviles semejante monumento a la incomunicación. Los de márketing deben estar que trinan. Móvil por aquí. Móvil por allá. Y ellos empeñados en hacer ver que no tienen nada que decirse. Es más, echando mano de él para precisamente no hablar. Cena de gala: la mesa, un campo de batalla (diplomática). Suena a cena de navidad de familia mal avenida. Preside el rey. A su derecha, la vicepresidenta; a su izquierda, Mats Granryd (organizador de la cosa) el único con el que Felipe VI cruza un par de palabras, lo más parecido a una conversación que vimos en toda la noche. Al otro lado, enfrentados, valga la expresión, Ada Colau (alcaldesa de Barcelona), Roger Torrent (Presidente del Parlament). Un poco más allá. tras el muro de silencio Álvaro Nadal, ministro del ramo. Entre ellos, la única comunicación es la no verbal. El ministro se vuelve, Torrent gira la cabeza, no se le ocurra decir algo. Nadal se levanta, Colau mira el bolso, habla el Rey. Colaboración institucional propone en su discurso. Enfin. Nadal mueve las manos nervioso, Colau juguetea con los dedos, Torrent concentrado... en el pelo de la servilleta. Los gestos sos los nuevos emoticonos. Por si no queda claro, el momento de los aplausos: Colau alguno que otro. Torrent, ni uno. La alcaldesa, dicen, que tuvo su aparte con el Rey. Que le reprochó su "falta de empatía" en su discurso del 3 de octubre. Y lo hizo ver en la cena... que recrea uno de los grandes dilemas de la época: ¿el móvil nos conecta o nos aísla? Ocurrió en la feria del 5G.