Su cadáver ha sido encontrado este mediodía en una vivienda de la localidad madrileña junto al de otro hombre, con el que al parecer mantenía una relación sentimental. Estaban en habitaciones distintas y la Policía ha encontrado sustancias estupefacientes dentro del domicilio. Ahora, la autopsia determinará la fecha y la causa de la muerte mientras se ha abierto una investigación para esclarecer las circunstancias de estos fallecimientos.
Pablo trabajaba como endocrino en el Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, donde estaba a punto de terminar su residencia como médico. Tenía un perfil impecable y varias entrevistas concertadas en distintos hospitales de la Comunidad de Madrid. No tenía antecedentes. Su búsqueda se había difundido ampliamente en las redes sociales en las últimas horas.
Fueron sus padres y su hermana quienes denunciaron su desaparición ayer en el cuartel de la Guardia Civil de Majadahonda, Madrid. Pablo había viajado a Canarias el fin de semana con una amiga y regresó el día 1. Llegó al aeropuerto Adolfo Suárez y se fue a su casa, donde dejó las maletas. A las 3:30 de la mañana las cámaras de seguridad grabaron su coche saliendo del edificio en el que vivía. Según sus familiares, una hora después telefoneó a un amigo en Zaragoza para contarle que había quedado con alguien y ahí se perdió su pista.
Pero el teléfono móvil de Pablo seguía operativo. Envió su último WhatsApp el 2 de mayo, a las 5:45 de la madrugada. Hasta ayer tenía línea y alguien escuchó los mensajes que la familia dejó en su contestador automático.
Por eso ahora se investiga qué ha podido pasar. Una mujer ha declarado que ayer vio a Pablo en una calle de Alcalá discutiendo con otro hombre.