Don Juan Carlos completa hoy su retirada de la vida pública a los cinco años del anuncio de su abdicación. Años en los no se ha librado de la sombra de los escándalos que precedieron la cesión del trono a don Felipe: el juicio del caso Nóos contra su yerno y su hija, la Infanta Cristina; el caso Corinna y hasta su viaje de caza a Botsuana.
Su abdicación es la cuarta de un monarca español de forma voluntaria, y desde que se hizo oficial su la agenda de Don Juan Carlos se ha reducido notablemente. Sólo ha sido fijo en su apoyo al deporte, a los toros y a su papel como Capitán general en la reserva.
En sus relaciones con el exterior se ha mantenido activo siempre que su salud se lo ha permitido, especialmente los primeros años. Ha asistido a la toma de posesión de varios presidentes latinoamericanos, a la inauguración de la ampliación del canal de Panamá o al funeral de Fidel Castro. También en este papel no se ha librado de episodios polémicos, como su foto con el príncipe heredero saudíe, salpicado esos días por el asesinato del periodista Jamal Jashoggi.
Ese papel en la reserva no siempre lo ha llevado bien. Ser excluído en 2017 de los actos de conmemoración de las primeras elecciones democráticas fue motivo de un gran enfado por su parte. Una circunstancia que se compensaría al año siguiente en la celebración de los 40 años de la Constitución. Allí, en medio del hemiciclo, recibió un homenaje en su último gran acto.
El pasado lunes informó por carta a su hijo, el rey Felipe Sexto, de su decisión de dejar de protagonizar actos institucionales; decisión, escribió, "firme y meditada". Hoy, precisamente, se le verá en público, libre ya de todo peso institucional. Será en Aranjuez, en los toros.