El Gobierno ha dado luz verde a que los restos de Franco recorran el camino inverso. Con la modificación de la Ley de Memoria Histórica de 2007, establece que solo podrán yacer en el Valle de los Caídos los restos mortales de personas que fallecieron a causa de la Guerra Civil y habilitar, en consecuencia, la exhumación de los restos mortales de personas distintas a las caídas durante la Guerra.
El paso siguiente a la oficialización de este decreto ley tendrá lugar el 31 de agosto. El Consejo de Ministros aprobará un acuerdo de incoación del procedimiento para iniciar la exhumación, según explicó la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo. "Como corresponde a cualquier democracia, la exhumación será con todas las garantías correspondientes", añadió.
Así, calculan que podrán exhumar los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos a finales de año y dará 15 días a la familia para hacerse cargo del cuerpo.
Llegado el momento de la exhumación, se deberá retirar la pesada losa, de 1 500 kilos, que mantiene bajo tierra al dictador. Una vez apartada, los operarios tendrán que extraer el ataúd valiéndose de cuerdas o cables. Cuando este salga a la luz el dictador se verá rodeado de caídos de la guerra civil, 33 847 víctimas con las que ha compartido lecho y que le harán pasillo mientras recorre los poco más de doscientos cincuenta metros que separan la que fue la tumba de Franco desde finales de 1975 de la explanada.
Franco tomará en ese momento rumbo a su nuevo destino, lejos de las víctimas tal como lleva años solicitando la ONU.
En este sentido, su nieto Francis Franco, en una entrevista a La Razón, ha dicho que dentro del periodo de 15 días presentarán las alegaciones necesarias y ha añadido que "por supuesto" que su familia se hará cargo de los restos: "No lo vamos a dejar en manos del Gobierno".
¿Qué ocurrió con los restos de otros dictadores?
Según la versión oficial, tras suicidarse los restos de Adolf Hitler fueron quemados y esparcidos por un río con el fin de evitar que la ultraderecha lo convirtiese en un lugar de culto. Dos días antes de que se suicidase, el 28 de abril de 1945, el dictador italiano Benito Mussolini fue fusilado cuando intentaba huir del país. Su cadáver, colgado cabeza abajo en una gasolinera estuvo en varios escondites hasta que en 1957 devolvieron los restos a su familia. Su cadáver mutilado está en el cementerio de San Cassiano en Predappio.
El también ejecutado dictador de Rumanía Nicolae Ceauşescu está enterrado en un cementerio civil de Bucarest junto a su mujer, que recibió el mismo castigo. Los restos del portugués Salazar que fallecía en1970, poco antes de que cayera su régimen, se encuentran en una modesta tumba familiar en la pequeña parroquia de Vimieiro. A la familia de Rafael Leonidas Trujillo, Franco le regaló un mausoleo en el cementerio madrileño de El Pardo. En Argentina, los restos de Jorge Videla están la tumba de un cementerio sin su nombre. Ninguno quería acoger su cadáver. El chileno Augusto Pinochet fue enterrado sin honores entre una multitud en una finca privada en Valparaíso.
En definitiva, pocos dictadores cuentan con mausoleos y honores. Los casos como los de Franco se reducen a una pequeña lista. Entre los nombres: el chino Mao Zedong y el coreano Kim Jong-il.