El Rey citó en su discurso de Nochebuena una sola vez a Cataluña en sus 1.457 palabras y 12 minutos de mensaje navideño. Y no hizo falta más porque todo lo que dijo estuvo impregnado del conflicto que él mismo considera un riesgo para todos. “No debemos caer en los extremos, ni en una autocomplacencia que silencie nuestras carencias o errores, ni en una autocrítica destructiva que niegue el gran patrimonio cívico, social y político que hemos acumulado”, dejó claro el Rey como una advertencia a una sociedad que parece haber olvidado las consecuencias de apostar por el rencor y la confrontación.
En este sentido, las palabras del Rey reivindicaron a los mejores de la sociedad, los galardonados con la Orden del Mérito, destacados en las fotos que le acompañaban junto con el Belén (clásico, sin aventuras) y la Constitución. Dejó claro el Rey que entre esos valores de la España moderna deberíamos destacar "el deseo de concordia que, gracias a la responsabilidad, a los afectos, la generosidad, al diálogo y al respeto entre personas de ideologías muy diferentes, derribó muros de intolerancia, de rencor y de incomprensión que habían marcado muchos episodios de nuestra historia". Todo un aviso a navegantes teniendo en cuenta que vamos en la dirección contraria.
El mensaje, más dirigido a los ciudadanos que a unos políticos a los que el Rey llama a ponerse de acuerdo para elegir Gobierno en el Congreso más pronto que tarde, porque España no puede quedarse inmóvil, ha recordado que "la voluntad de entendimiento y de integrar nuestras diferencias dentro del respeto a nuestra Constitución, que reconoce la diversidad territorial que nos define y preserva la unidad que nos da fuerza”. Un mensaje directo a los ciudadanos catalanes y sus dirigentes. Más aún cuando habló de "la defensa y el impulso de la solidaridad, la igualdad y la libertad como principios vertebradores de nuestra sociedad, haciendo de la tolerancia y el respeto manifestaciones del mejor espíritu cívico de nuestra vida en común". Eso hoy, en muchos hogares catalanes y españoles no será posible por culpa de la política.
El Rey dejó clara su defensa de la unidad y llamó a olvidar divisiones y enfrentamientos que solo "erosionan nuestra convivencia y empobrecen nuestro futuro”. El mensaje estaba claro: juntos, unidos, somos mejores y podremos hacer frente a los retos que se nos avecinan, que no son pocos, como hacen los jóvenes innovadores o los que han dado todo en las inundaciones de los últimos temporales. "Pensemos en grande. Avancemos con ambición. Todos juntos. Sabemos hacerlo y conocemos el camino”. Para no nombrar nada más una vez a Cataluña, no dejó de hablar de ella. Porque de su destino puede depender el de todos. Y el Rey, el primero, es consciente de ello.