En un nuevo estudio con delfines, publicado en la revista Scientific Reports, los investigadores niegan que exista una reacción específica, una respuesta fisiológica, del organismo de los mamíferos marinos al estar bajo el agua, es decir, al bucear.
Por el contrario, afirman que los delfines poseen una insólita capacidad de controlar el ritmo cardíaco a voluntad, como los humanos controlamos la respiración o el parpadeo. Esa podría ser la adaptación evolutiva clave para favorecer el buceo.
Este estudio rebate al biólogo noruego Per Scholander, que describió esos cambios al buceo de los mamíferos como una "respuesta de buceo", que era una reacción fisiológica, un "interruptor maestro de la vida". Esa respuesta consistiría en una serie de cambios fisiológicos encaminados a aprovechar mejor el oxígeno disponible. Para Scholander, uno de ellos es la disminución del ritmo cardiaco,conocido como bradicardia, durante la inmersión.
Los investigadores de la Fundación Oceanográfic constatan que ese cambio se produce, pero como una manifestación extrema de una arritmia sinusal respiratoria, que todos los vertebrados poseen y que trata de sincronizar el ritmo cardíaco con la respiración.
Esta arritmia sinusal respiratoria consigue que el corazón lata más rápido cuando se inspira y más lentamente entre inspiraciones. En humanos y en el resto de mamíferos también ocurre, pero en los delfines la arritmia es mucho más acusada debido a su respiración: toman aire una o dos veces por minuto y el tiempo entre inspiraciones puede ser muy variable.
Esta conclusión de los investigadores la han conseguido cuando, para estudiar la “respuesta de buceo” en delfines, intentaron sustraer el efecto de la arritmia sinusal respiratoria. Al eliminar de sus medidas los cambios en la función cardiaca que creían atribuibles a la arritmia sinusal, observaron que apenas quedaban cambios que medir.
Los datos sugieren, además, que los delfines pueden ajustar voluntariamente el ritmo cardiaco y la cantidad de sangre, que bombea el corazón en cada latido, para controlar de manera muy fina la cantidad de sangre total que llega a los pulmones
Para conseguir esta investigación se han realizado ecografías del tórax de 11 delfines, para estudiar su corazón antes, durante y después de una apnea voluntaria en superficie y en reposo.