Este diagnóstico de la Mona Lisa se basa, según el doctor Monje en un xantelasma, o pequeño bulto, en la proximidad del lagrimal izquierdo y en un lipoma, o bulto de grasa, de unos tres centímetros de largo, en el dorso de la mano derecha, por debajo del dedo índice, como explicó en una conferencia celebrada en el Museo de Navarra.
Este experto clausuró, con una charla titulada 'El rostro enfermo', el ciclo 'Arte, Ciencia y Tecnología: miradas diferentes a una misma realidad', organizado por la Universidad Pública de Navarra (UPNA), con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT)-Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades
Florencio Monje Gil, doctor en Medicina, realizó un viaje por la pintura universal para descubrir las enfermedades de los rostros pintados por artistas a lo largo de la historia. Además de 'La Gioconda', de la que se han realizado hasta 44 diagnósticos médicos, desde embarazo a parálisis facial, pasando por debilidad mental o alopecia por estrés, el conferenciante describió algunas otras patologías.
Por ejemplo, los retratos de Carlos V, de los que el más destacado es el que Tiziano realizó en 1548 tras la victoria de la batalla de Mühlberg. "En ellos se aprecia el 'síndrome de cara larga': labio superior hundido, déficit de pómulos, labio inferior prominente y exceso tanto de altura del mentón como de longitud o dimensión vertical de la cara. A estas características se añade otra propia de la familia del emperador: la nariz de los Habsburgo, con una giba nasal o caballete pronunciado", explica la UPNA en una nota.
Similares rasgos se aprecian en los cuadros con otros Habsburgo de protagonistas: los retratos de Felipe IV a cargo de Velázquez o el de Carlos II, obra de Juan Carreño de Miranda, tal como explicó el ponente, autor de dos libros que aúnan su especialidad médica con la pintura: 'El rostro enfermo. Cincuenta pinturas universales para comprender las enfermedades de cara y cuello' y 'La pintura de Goya y las deformidades dentofaciales'.
Otros artistas no necesitaron pintar a monarcas ni emperadores para plasmar enfermedades de la cara. Francisco de Goya refleja una parálisis facial en el rostro del protagonista del 'Retrato de don Andrés del Peral'; Domenico Ghirlandaio, en 'Anciano con su nieto', una deformidad nasal en el hombre; Quentin Massys, en 'La duquesa fea', una deformidad facial; o Leonardo da Vinci, en sus retratos grotescos, distintos varones desdentados.
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