Hace tan sólo tres días Gary Harstein, exmédico de la Fórmula 1 de Michael, soltó unas declaraciones muy polémicas en las que decía que los pacientes comatosos llega un momento en el que están ocupando una cama que "tendrá que ser ocupada por otro paciente". Parece que el futuro del piloto es poco alentador por el momento y tiene pocas posibilidades de dar respuestas para despertar y reactivar sus funciones vitales. Debido a este pronóstico tan severo la familia se estaría planteando su traslado y que mejor que a su hogar y rodeado de los suyos.
A pesar de las malas noticias, la familia nunca piensa en renunciar y siempre se mantienen a su lado, cada día recorren 150 millas de ida y vuelta hasta el Hospital Universitario de Grenoble, Francia, para estar cerca del siete veces campeón del mundo. Un amigo de la familia declaró que su mujer Corinna no contempla la posibilidad de renunciar, tirar la toalla, pues si lo hace sentiría que está "traicionando" a su marido, según informa el 'Daily Mail'.
Desde que el piloto perdiera el control de sus esquís, el frío 29 de diciembre, muy pocos han sido los signos de recuperación y el as de las carreras ha ido consumiéndose en su cama del hospital, perdiendo hasta el 25 por ciento de su masa corporal. Una amiga de la pareja desde hace 25 años reveló a The Sun que "Los milagros ocurren y por supuesto un hombre rico puede comprar mejor atención médica, pero ni todo el dinero del mundo puede arreglar lo que le ha sucedido. La familia lo está preparando todo para la inmovilidad permanente".
Toda la vida de la familia de Schumacher ha cambiado desde el fatal accidente. Pasan diez horas junto a él en la cama del hospital, donde está recibiendo la mejor atención posible, rezan por su recuperación y regresan a casa por la noche. Corinna Schumacher siempre ha sido una mujer fiel y el principal apoyo en la carrera de su marido. El piloto declaró una vez: "No es tan fácil encontrar alguien con quien compartir tu vida que se adapte incondicionalmente a tu ritmo de vida".
Ambos crecieron en la misma región de Alemania Occidental, Michael y Corinna Schumacher se conocieron en una fiesta en 1991 y se enamoraron hasta el día de hoy. El piloto utilizó las fortunas asombrosas de su carrera de 22 años para apoderarse de un rancho en Texas, donde Corinna criaba caballos y también se hizo con apartamentos y chalets de esquí de todo el mundo - incluyendo el que está en Meribel y desde donde partió aquella trágica tarde al hospital. También construyó una finca en el lago de Ginebra, donde será instalado la suite médica.
Como resultado de este gran amor, la señora Schumacher se niega a renunciar al que una vez describió como el "marido perfecto", un amigo de la familia dijo a The Sun que "Ella siente que la unión de la familia alrededor de su cama le inyectan esperanza y amor a su marido, al igual que la fe que comparten millones de fans en todo el mundo". "Corinna no da cabida a la derrota, porque eso sería el final para ella".