Si estás pensando en comprar un coche nuevo, es probable que más de una persona te haya hablado acerca de la llamada crisis de los microchips: se trata una situación coyuntural pero muy dañina para el sector automovilístico que tiene mucho que ver con la pandemia y sus efectos en un mercado cada vez más globalizado e interdependiente. Si te preguntas en qué consiste esta crisis y por qué está lastrando y ralentizando la entrega de coches nuevos, toma nota de cuáles son las claves de este problema y cómo puede afectarte a la hora de recibir tu vehículo en un plazo corto de tiempo.
La crisis de los microchips o crisis de los semiconductores en los coches nuevos: tiene que ver con la combinación de distintos factores: la generalización del uso de este tipo de tecnología en los vehículos, la pandemia por coronavirus y la globalización. Dado que la fabricación de semiconductores depende de unas pocas empresas en todo el mundo, cualquier crisis en este área afecta inevitablemente a la cadena de producción, ralentizándola y provocando pérdidas en el sector automovilístico, de un lado, y retraso en la recepción de vehículos, de otro. Empresas y consumidores se ven afectados por esta situación.
Y es que la electrónica se ha convertido en parte imprescindible de cada vez más productos de consumo, sin que los vehículos de todo tipo hayan escapado a esta tendencia. Ello tiene sus ventajas y sus inconvenientes pero, sea cual sea la valoración del consumidor al respecto, parece que no hay marcha atrás. Lógicamente, ello genera dependencias: la fabricación de microchips es lenta y costosa, pero se han convertido en elementos básicos sin los que no es viable la producción a día de hoy.
Si no tienes claro para qué sirven exactamente, algunos ejemplos son los sistemas ABS y ESP, el control de tracción, los airbags, el control de crucero, los asistentes... La conectividad y el entretenimiento dentro del coche se sirven de este tipo de elementos para funcionar, atendiendo a la creciente demanda de uso de móviles y tabletas durante nuestros trayectos.
En este contexto, la crisis de microchips tiene que ver con una importante escasez de semiconductores a nivel mundial. Y esta escasez se relaciona, a su vez, con la creciente dificultad a la hora de obtener los materiales necesarios para su producción, entre otras cosas. También influye la gestión de mano de obra cualificada o el trato con proveedores. La pandemia ha puesto en jaque a estas empresas, que se ven obligadas a cambiar su forma de producir para atender a la enorme demanda mundial.
A ello se le suma un aumento de la demanda: el auge del teletrabajo ha incrementado las ventas (y la producción) de aparatos electrónicos relacionados con el trabajo. Lo mismo se aplica a los aparatos de ocio, como televisores, equipos de sonido, ebooks... Por eso se ha disparado la producción de este tipo de productos.
Además, y debido a la escasez generalizada y la multitud de sectores en los que se utilizan semiconductores, las empresas productoras se han visto obligadas a priorizar entre sus clientes. En este punto, el sector automovilístico ha salido perjudicado, precisamente porque durante la pandemia se redujeron drásticamente las ventas de vehículos, algo que se dejó notar especialmente en países como España. Como muestra, en 2020 nuestro país ocupó la octava posición de la clasificación mundial de productores del sector de la automoción, con una producción de aproximadamente 2,7 millones de vehículos.
El resultado es que, si te dispones a comprar un vehículo en este momento, es posible que tengas que esperar más de la cuenta para poder conducirlo. La disponibilidad se ha visto afectada por esta situación y el sector automovilístico se ha quedado a la cola en prioridad con respecto a otras áreas de negocio. Esto puede afectar a la demanda, ya de por sí diezmada por la pandemia. La cosa se complica aún más si pedimos un coche a medida, con extras que encarecen su precio: en estos casos, la espera suele ser aún mayor.
Según la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), se trata de una situación coyuntural, aunque se está extendiendo más de lo esperado. Se trata, además, de un problema que no solo afecta a España, sino a otros países productores de vehículos en todo el mundo. Con todo, la economía española se encuentra en una posición especialmente vulnerable, teniendo en cuenta que la producción de vehículos representa el 10 por ciento del PIB y el 18 por ciento del total de las exportaciones españolas, según datos de 2019.
La previsión de ANFAC es que este cuello de botella comience a desaparecer durante el segundo semestre de 2021. Menos optimista es la Asociación Europea de Proveedores Automovilísticos (Clepa), que opina que esta crisis puede durar hasta "bien entrado" el 2022. Sus datos hablan de un retraso en la producción de alrededor de 500.000 vehículos en todo el mundo.