Durante el estudio, un total de 355 parejas fueron entrevistadas varias veces entre el cuarto y noveno mes y, posteriormente, entre el segundo, tercero, cuarto, séptimo y decimoséptimo año tras su boda. En los cuestionarios se les preguntaba acerca de la irritación y el resentimiento en su matrimonio y por la frecuencia de las discusiones, así como el nivel de tensión de estas.
Los resultados del estudio desvelaron que las mujeres comenzaban su matrimonio con niveles más altos de tensión, mientras que la de los hombres crecía con el tiempo. No obstante, en algunos casos, la de los maridos permanecía estable o baja, lo que hace que mientras las esposas seguían construyendo en el matrimonio, ellos se relajaban.
En estos últimos casos se daba una mayor probabilidad de que el matrimonio acabase en divorcio. Por lo que, según publica el diario británico Daily Mail, existía un riesgo mayor cuando las mujeres tenían una tensión más alta que la de sus maridos ya que esto podría significar una “falta de inversión en la relación por parte de los hombres”, quienes podrían creer innecesario cambiar su comportamiento.