Científicos liderados por Molly Range, de la Universidad de Michigan Ann Arbor, utilizaron dos modelos para su simulación. Uno para el impacto inicial de un asteroide de 14 kilómetros de diámetro en aguas poco profundas y otro centrado en la consiguiente propagación de agua desplazada en todo el océano antiguo.
Según la simulación resultante (vídeo), el primer efecto del impacto de los asteroides, habría sido una ola de tsunami de aproximadamente 1.500 metros de altura. El estudio se presentó en la reunión de otoño de la American Geophysical Union.
El impacto del tsunami se extendió rápidamente desde el Golfo de México hacia el Atlántico y por las vías marítimas de América Central hacia el Pacífico en las primeras 24 horas. La reflexión y la refracción de las olas crean un patrón de propagación de tsunamis más complejo 48 horas después del impacto, con alturas de 14 metros.
Las velocidades de flujo superaron los 20 centímetros por segundo a lo largo de las costas de todo el mundo y pudieron haber alterado los sedimentos a más de 6.000 kilómetros del origen del impacto.
Comparado con el tsunami del Océano Índico del 26 de diciembre de 2004, uno de los tsunamis más grandes del registro moderno, aquel tsunami de impacto fue aproximadamente 2.600 veces más enérgico.
Este modelo sugiere que el impacto del asteroide no solo tuvo efectos importantes en la atmósfera y la biosfera globales, sino que también creó un tsunami de tal magnitud que su efecto se sintió en gran parte del océano mundial.