Tras más de una década explorando Saturno, sus anillos y satélites, la sonda Cassini se desintegró en la atmósfera del sexto planeta del sistema solar en septiembre del 2017. Pero hasta su ‘último aliento’ estuvo recopilando datos cruciales para resolver algunas de las incógnitas del universo.
La revista 'Science' publica esta semana las últimas mediciones sobre el sistema de Saturno que indican que los anillos no se formaron junto con el gigante gaseoso, sino que son mucho más jóvenes. Según los resultados, los anillos tienen sólo entre 10 y 100 millones de años, mientras que la antigüedad de Saturno es de unos 4.500 millones de años.
“Con la información de Cassini hemos podido determinar la masa de los anillos de Saturno (alrededor de 1,54 X 1019 kg), una medida que aporta fuertes evidencias de que estos no se formaron al mismo tiempo que el resto del sistema solar, sino más tarde. Es probable que se crearan cuando los dinosaurios poblaban la Tierra, lo que demuestra que el universo es mucho más dinámico de los que pensábamos”, declara a Sinc Luciano Iess, investigador de la Universidad de Roma de La Sapienza y líder del equipo de científicos de de EE UU e Italia que ha realizado el estudio.
Los datos, sin embargo, no revelan cómo se formaron los gigantescos aros. “Los anillos deben ser consecuencia de algún proceso dinámico dentro del sistema o resultado de un fenómeno abrupto, como la irrupción de otro cuerpo más pequeño. Pero no se sabe con exactitud”, precisa el investigador.
El programa internacional Cassini, fruto de la cooperación entre la NASA, la ESA y la agencia espacial italiana ASI, comenzó hace más de dos décadas. La nave partió en 1997 y, tras siete años recorriendo el sistema solar, llegó a Saturno en julio de 2004.
En las 292 órbitas que completó alrededor del planeta, la sonda recolectó una increíble cantidad de datos sobre la composición y dinámica de los anillos. Sin embargo, hasta la fase final no pudo estudiar su masa, algo crucial para calcular su edad. Para obtener las medidas, la nave tuvo que adentrarse a través del hueco de 2.000 km que separa Saturno de sus anillos.
“Ya teníamos otros datos de Voyager y Cassini que sugerían que los anillos no se habían formado con Saturno, pero ahora tenemos una evidencia mucho más precisa, que sólo fue posible obtener durante el ‘gran final’ de la misión”, informa Iess.
“De hecho, las mediciones realizadas por otros instrumentos a bordo de la sonda demostraron que los anillos son 99% hielo y que el 1% restante está compuesto de partículas microscópicas de silicato”, añade. “Pero la masa ha permitido estimar la cantidad total de impurezas depositadas (las partículas de silicato), para así determinar el tiempo necesario para que se acumulen: entre 10 y 100 millones de años”.
El trabajo también aporta nuevos datos sobre la gravedad del planeta obtenidos en la fase final de la misión. Con su investigación radiocientífica, Cassini tenía el objetivo de medir el campo gravitacional de Saturno a tan solo 3.000 km de sus capas superiores de nubes, mejorando sustancialmente los actuales modelos de la estructura interna del planeta y los vientos de su atmósfera. Según los expertos, estos nuevos cálculos se desvían de las predicciones teóricas que se habían realizado anteriormente.
"Hemos determinado el campo gravitatorio de Saturno con una precisión sin precedentes, lo que indica una rotación diferencial muy profunda en el interior de Saturno. Es decir, la región ecuatorial del planeta gira más rápido que el interior”, explica Iess, que concluye: “Conocer el comportamiento del interior de Saturno nos puede ayudar a entender mejor cómo se formó el planeta".