Neal antes solía pesar unos cincuenta kilos y comer lo que le apetecía cuando le parecía, lo cual eran básicamente deliciosas hamburguesas, kebabs, pizzas y muchas bebidas gaseosas. Pero todo ese pasado oscuro quedó atras tras pasar unas vacaciones en Portugal en 2013.
Lo que pasó en el país luso fue que Neal, por aquel entonces delgadito y sin fibra, se hartó de ver cuerpos 'mazados'y musculosos. Este hecho le sorprendió, y una rápida pregunta pasó por su cabeza: ¿Podré ser así yo un día?
Fue un pensamiento rápido, que indiscutiblemente se materializaría con el tiempo. Al volver de vacaciones y ver las fotos de su cuerpo, el pensamiento fugaz comenzó a convertirse en una obsesión.
No le gustaba nada el cuerpo que veía, empezó a plantearse que con ventisiete años tenía que tener ambiciones, hacer algo por su autoestima, por sí mismo, cambiar la forma en que se veía, que no le gustaba, y así lo hizo. Tomó un cambio radical en el rumbo de su vida.
Para convertise en versión actual de sí mismo, según recoge el diario Mirror, Neal se esfozó mucho: hacía diariamente media hora de ejercicio cardiovascualar seguida de cuarenta y cinco minutos de entrenamiento con pesas de alta intensidad.
Su rutina de ejercicios se vio impulsada por las proteínas procedentes de comer cuarenta claras de huevo al día.
Además, dejó de salir de fiesta y de consumir alcohol y sustituyó esta forma de pasar su tiempo libre por estar en el gimnasio haciendo deporte y ejercitándose.
Neal lo ha conseguido: hoy en día es un gran culturista, ha llegado a ganar numerosos títulos y competirá en el campeonato mundial de Arnold en marzo de 2016.
Neal es un ejemplo de que querer es poder y que con fuerza de voluntad uno puede conseguir lo que se proponga, sea lo que sea.