Para la psicóloga y sexóloga Marta García Peris, autora del blog destinoplacer.es, la regla "nunca ha sido tratada de forma natural" y la hemos mantenido en secreto para "no molestar a los hombres".
"En nuestra sociedad no se ha tratado la menstruación como algo natural a pesar de que lo es y el 50% de la población la tiene. Se ha mantenido en secreto por no incomodar a los hombres pero yo creo que poco a poco se va hablando de manera más natural del tema. Además no tiene sentido que la sangre en una pelea se aplauda y que la de la menstruación de asco".
La investigadora y profesora de la universidad de Sevilla, Alicia Botello Hermosa coincide en ver que todos estos prejuicios y connotaciones negativas que rodean al proceso natural femenino están relacionados con la discriminación a las mujeres.
"Se ha creado una desigualdad a partir de una diferencia biológica y esto repercute negativamente en las mujeres. Las creencias populares relacionadas con la menstruación han sido origen de fuertes desigualdades sociales y culturales entre hombres y mujeres. La diferencia biológica del ciclo menstrual se convierte de esta forma en una desigualdad social y cultural, ya que durante esos días las mujeres están sometidas a prohibiciones y exclusiones estratégicamente pensadas", asegura Botello autora de la tesis 'Aproximación a las creencias populares sobre los ciclos vitales femeninos desde la perspectiva de género'.
Mónica Felipe, experta en género y salud, subraya que todos estos prejuicios sobre la menstruación se trasladan desde "los valores patriarcales y a través del concepto histórico filosófico y antropológico que se tiene del cuerpo de la mujer, como un objeto de pecado. Tiene que ver con la idea del cuerpo de la mujer como un cuerpo fallido en el que la medida es la del hombre, una idea androcentrista en la que el cuerpo del hombre es el centro sobre el que pivota la medicina, la cultura, la religión y el cuerpo de la mujer es el otro, un cuerpo erróneo".
La antropóloga social y profesora de la universidad complutense, María Jesús Girona Magraner, considera que algo se ha mejorado, según su tesis de doctorado, sobre todo "entre las mujeres adolescentes y más jóvenes", aunque el tabú sigue latente, las nuevas generaciones de mujeres tienen una percepción diferente sobre la menstruación y "hay menos pudor en hablar de la regla", aunque no sea "la tónica general" y todavía esté "muy feminizado el tema".
La artista Judy Chicago escandalizó en 1971 con la imagen de una vagina en la que una mujer se coloca un tampón y sigue tan actual ahora en el 2019. Le he mostrado la obra a varias personas y todas, sin excepción, han mostrado su rechazo definiéndola como "desagradable". ¿Por qué sigue provocando esta reacción algo que es tan natural como la vida misma?
"Nos han educado con que la sangre menstrual es sucia, asquerosa y huele. La realidad es que no es así. Cambia en función del día de regla tanto en cantidad como el color, el olor que solemos percibir es el asociado con los químicos de tampones y compresas por eso la copa menstrual abre la mente de muchas mujeres que conocen por primera vez cómo es su menstruación y ayuda a eliminar muchos mitos. Hay a personas que les da asco porque les han enseñado eso. Y si además partimos de que nuestra regla sale por la vagina y todo el 'pecado' asociado a esa zona", argumenta Peris, autora de artículos sobre el tema.
Para Mónica Felipe, autora del blog Estudios sobre el útero también tiene que ver con el que "la menstruación está vinculada con la sexualidad, con su ciclo sexual y esto está mal visto y es rechazado. Vivimos en un sociedad donde se reprime sexualmente a las mujeres. En los anuncios de compresas y tampones todo el interés se centra en que no se note, no se sienta, no se huela, en que vivamos ajenas a nuestro cuerpo, de espaldas a la realidad que es menstruamos una vez al mes".
No te laves el pelo, no hagas mayonesa que se corta, no riegues las plantas que se secan, no te vayas a la piscina, no tengas sexo, son algunas de las falsas creencias que han acompañado a las mujeres de todas las generaciones sobre la menstruación. Algunas todavía perduran en zonas rurales o entre determinados grupos sociales.
La Doctora y profesora de Enfermería de la Universidad de Sevilla, Alicia Botello Hermosa rechaza todos estos tópicos. La menstruación debe entenderse como "un fenómeno multidimensional en el que se dan una serie de influencias recíprocas que no son solo biológicas o psicológicas, sino también sociales" que en la mayoría de las sociedades tiene connotaciones de suciedad e impureza. Además, se asocia a la debilidad. Todavía hoy en día en España, en algunos lugares principalmente rurales, se articulan prohibiciones en las mujeres menstruantes como prohibición de ir a las bodegas, de participar en elaboración de embutidos, de recoger frutos, etc".
La menstruación y el asco parecen ir de la mano. Era así desde que las mujeres tenemos memoria, cuando las religiones marcaban a las mujeres como impuras durante estos días del ciclo natural. Lo seguimos repitiendo como un mantra que la publicidad ha insertado en nuestros cerebros. Ni siquiera nos damos cuenta de que la regla es azul en los anuncios, una idea falseada para que no moleste, ni duela, ni apeste y se convierta en un producto aséptico, que se quita con limpieza y compresas perfumadas.
"Es una sangre que expulsan las mujeres por la vagina, está asociada a los prejuicios sobre la sangre, que ya de por sí da reparo, cierto pudor. No nos han educado a aceptar que es así. Sigue habiendo mucho rechazo a la menstruación. Sigue habiendo una imagen social de rechazo a la sangre menstrual". En ese sentido, Girona Magraner, quien es también enfermera, apela a la "responsabilidad social" de hombres y mujeres para normalizar el ciclo menstrual como "una cuestión biológica natural y normalizado".
"Los medios visibilizan la menstruación como algo que no es. Nosotras no menstruamos azul, menstruamos rojo. La medicina también tiene cierta responsabilidad en cómo está tratando la menstruación desde una visión muy clínica, muy patologizada. Todo esto son elementos que no favorecen a que una mujer se dé cuenta de que es un proceso natural y que hay educar a los niños y niñas que de que es así y no pasa nada. La educación menstrual, como la llaman alguna activistas para lograr la normalización de un proceso biológico, que las mujeres no deciden si menstrúan o no. ¿Cómo algo biológico, innato en las mujeres se oprime tanto? La cuestión también está ahí."