Es uno de los grandes dilemas de la Europa de hoy donde la crisis ha golpeado sin piedad los salarios de los ciudadanos. Los salarios en España siguen siendo un 3% más bajos que al inicio de la crisis. Cierto que el salario mínimo se ha subido en 2019, pero la temporalidad que ronda el 26% y un tercio de contratos a tiempo parcial no deseada lastran la vida de muchos. Es la teoría del ventilador, en la que los trabajadores entran en el sistema están durante un tiempo y son expulsados.
La idea de una renta básica no acaba de cuajar. En Italia es de 780 euros. Se destinan a gente como Laura con dos hijos pequeños y despedida de la fábrica. Tiene 41 años. Se le acabaron ya los 160 euros y la tarjeta de compras. En Italia hay 1.800.000 personas que viven bajo el umbral de la pobreza. Estas mantienen a cinco millones de personas. Por el momento, hay 800.000 solicitudes.
El gran problema con este tipo de ayudas es no aumentar el déficit y descuadrar las cuentas. En España, con picos de hasta más de tres millones de personas desempleadas tras la crisis no es fácil. Dinamarca puede ser un ejemplo, aunque hablamos de otro país y otra mentalidad. Hablamos del país más feliz del mundo aunque sea el segundo en el que más impuestos se pagan. Allí el Estado no es el que esquilma a los ciudadanos, pese a todo, ya que la transparencia del gasto público es total. El Estado es parte de la familia. Y aunque solo tiene un 4% de paro, 123.800 personas reciben ayuda salarial. Y sus ciudadanos creen que la lacra de la desigualdad debe ser eliminada.