El 19 de febrero de 1985, un Boeing 727 de Iberia que hacía la ruta Madrid-Bilbao se estrelló contra el Monte Oiz, en Vizcaya. Los testigos cuentan que aquel fatídico martes de Carnaval escucharon un enorme estruendo y, al salir de sus casas, se dieron cuenta de la catástrofe: “Había cuerpos colgados y quemados, todo esparcido...”, aseguran.
Ninguno de los pasajeros sobrevivió al impacto y gran parte de los cuerpos quedaron sin identificar a pesar del intenso trabajo de los profesionales. Sin embargo, uno quedó intacto: el de una persona que ya había fallecido y el cuerpo viajaba en un ataúd.
El caso de Germán Galindo ha despertado la curiosidad de algunos expertos. El ejecutivo perdió el vuelo por el error de una trabajadora de la aerolínea. Pero es que, nueve meses antes, se salvó de otra catástrofe aérea. Además, se dice que diferentes personalidades recibieron llamadas que les advertían de no coger ese avión.
El equipo de ‘Cuarto Milenio’ ha acudido al Monte Oiz para someterse a un aislamiento en el lugar donde ocurrió la catástrofe aérea. Allí se han sorprendido con los espeluznantes y misteriosos fenómenos que han tenido lugar. Al principio, el walkie talkie ha comenzado a emitir extraños sonidos, interferencias, como si alguien estuviera tratando de comunicarse con ellos.
“No me gusta nada. Tengo la sensación de tener a alguien a mi espalda”, comenta el colaborador. No suficiente con eso, al dejar la cámara grabando, se han podido escuchar pasos. Sin embargo, en el lugar no había nadie…