Hace miles de años, las emociones más primitivas del ser humano permitieron elegir y marcar espacios sagrados. Una cueva, un río o una montaña fueron señalados como lugares de poder de los caballeros templarios. ¿Quién no se estremece al poner el pie en uno de sus santuarios? Esa energía es real y tangible, y un equipo de 'Cuarto Milenio' lo ha comprobado en algunos escenarios españoles.