A raíz de un accidente provocado por un alud de nieve en el que hubo 9 pérdidas, los militares comenzaron a ver fenómenos paranormales en el refugio, principalmente en el secadero, donde se encontraban las pertenencias de los fallecidos. Ni los perros se atrevían a entrar. Los residentes aprecian en las zonas donde los 9 cadáveres fueron depositados: sombras, susurros, sonido de pasos, taquillas que se abrían y se cerraban, espectros que te siguen, luces que se encienden y se apagan…