A finales del siglo XIX el cuerpo de una joven que se había ahogado fue recuperado del río Sena, en Paría. Su cuerpo fue expuesto en la morgue con la esperanza de que alguien la pudiera reconocer e identificar, pero nadie lo hizo. A un patólogo le fascinó tanto el rostro de la chica de la sonrisa enigmática que le pidió a un fabricante de máscaras que hiciera un molde de yeso de su cara.
Así fue cómo la cara de la joven se convirtió en una musa para artistas, novelistas y poetas, y todos ellos crearon identidades e historias alrededor de la misteriosa mujer, a quien llamaban La Suicida del Sena.
El domingo, Iker Jiménez analiza la triste historia de la 'Mona Lisa ahogada', en 'Cuarto milenio'.