"Lo malo de todo esto es que ahora el sexo está al alcance de cualquier niños y la impronta que deja en su cerebro puede ser terrible. Me preocupa que ahora la pornografía es gratis, ¿y quién gana con eso?, ganan los que crean adictos, que obligan al individuo, que ya le es insuficiente eso, a tener que pagar por más", explica el director de la Revista Año Cero.