Algunos creen que estos enfermos mentales son capaces de ver y plasmar algo inalcanzable para el resto de los seres humanos. Varias instituciones pasaron a coleccionar estas obras insólitas e inquietantes cómo el Hospital Psiquiátrico de Ciempozuelos, dónde los religiosos de San Juan de Dios permitieron a sus internos continuar con sus habilidades artísticas de forma terapéutica. Uno de sus más célebres pacientes fue Carlos González Ragel cuya obra ya era consagrada en España desde los años 30 del pasado siglo.
"Aparece sangre, aparecen oscuros, aparecen danzas, aparecen misterios… aparecen una serie de elementos característicos de la psicosis maniaco depresiva", describe Calixto Plumed, psicólogo del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos.
Otro artista que fue atormentado por la locura era Alejandro Sanz Moreno, cuya obra también se encuentra en el museo del psiquiátrico de Ciempozuelos. "Este señor fue ingresado por una esquizofrenia paranoide y lo plasmó dentro de la pintura con la descomposición de su propio yo, la descomposición de su propio cuerpo que tiene o padece una septicemia generalizada, se le quiere operar y el no reconoce ni si quiera su propio cuerpo", asegura Calixto Plumed.
Genio y locura parece en algunas ocasiones, inseparables, lo sabe perfectamente el artista gallego Florencio de Arboiro, que trabajó en el psiquiátrico de Toen, en Orense. Durante casi 30 años estuvo enseñando educación artística a los internos y siempre recuerda uno en especial, un tal Casimiro, que adoptó el curioso seudónimo de 'Luzbel'. "Es un enfermo hasta peligroso porque era muy fuerte y se consideraba un Dios", admite Florencio de Arboiro.
Para algunos internos de instituciones psiquiátricas, la expresión artística es su refugio, su liberación o forma de ahondar aún más en su propia locura. Pero no cabe duda, que algunos enfermos mentales nos han dejado un legado artístico que es el impactante reflejo de su alma atormentada.
José Cabrera analiza algunas obras reconocidas mundialmente
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Hay obras mucho más conocidos que también esconden algún secreto. Lo que podrían expresar bajo la mirada, no artística, sino de un especialista en la mente humana, lo analiza el doctor José Cabrera.
El Jardín de las Delicias, El Bosco: Este cuadro es una delicia para los psicoanalistas porque en él están todos los símbolos que podemos imaginar. En una época donde la locura era el pecado y al ser la locura el pecado, Bosco reflejo todos los pecados. Bosco, que era una persona muy equilibrada, en sus momentos de estudio, trataba de plasmar en sus cuadros aquello que no podía decir en la calle.
El Aquelarre, Francisco de Goya: La gente ‘normal’ nos perdemos una parte de la realidad que estos pintores geniales la veían y la plasmaban. Este cuadro nos está hablando, esas caras de angustia y deformes que rodean al mal, están hablando a Goya en esa soledad que acompaña a la sordera.
El Grito, Edvard Munch: Era un noruego muy especial que necesitó pintar esto, y al pintarlo se liberó de esa angustia. Este es el grito de la angustia, el grito de la disolución.