Su uso era militar para ayudar a los buques y aviones de guerra alemanes a determinar su posición con exactitud. La España de Franco se las había apañado para que, tras una fachada de aparente neutralidad, ayudar a Hitler. En deuda por la ayuda en la Guerra Civil. Según los historiadores, las antenas llegaron de forma clandestina a España traídos por soldados nazis que instalaron todo en Arneiro.
Estas antenas eran la antesala de los modernos GPS. Gracias a ellas los submarinos alemanes podían saber su posición exacta incluso en condiciones atmosféricas adversas y sin necesidad de salir a la superficie. Emitían una señal en código morse y cualquier nave podía determinar su posición. Su instalación fue un secreto. A tan sólo 25 km de Arneiro se hizo una pista de aterrizaje de 1200 metros. Esa base aérea sirvió para traer equipo para la construcción de las antenas y material de mantenimiento.
De esas instalaciones secretas de los nazis queda el depósito de agua, el barracón donde dormía el personal y la sala de comunicaciones. En la sala de comunicaciones trabajaban habitualmente día y noche, dos españoles y dos alemanes vestidos de civiles. Aquellas tres antenas de 120 metros de altura aguantaron en pie hasta 2009 cuando acabó con ellos un ciclón con nombre alemán.
Los nazis fueron inventores de cosas tecnológicas que se siguen empleando. Un ejemplo es el cañón sólido, que hoy en día se utiliza por agentes anti disturbios por el sonido molesto que emite. La diferencia es que la invención alemana era capaz de matar con su sonido a 100 metros. Los alemanes tenían mentalidades muy ingeniosas pero destinadas a un mal fin. Parece que se adelantaban a su tiempo con esta tecnología.