José Pedro Negrí, inspector jefe de la policía en 1992 relata que lo tiene en la memoria y no se le olvida aunque hayan pasado veinte años.
“Lo primero que me impresiona es que llego a la casa y veo a la familia en la calle con un frío espantoso y la madre con un niño de pecho así que intenté tranquilizarlos”, nos cuenta José Pedro quien reconoce que nunca tuvo la impresión de que mentían y se ofreció a subir al piso para ver lo que ocurría.
“Entramos seis policías y nos sentamos en el salón, empezamos a hablar y la familia empieza a contar lo que le había pasado a la hija. Apagan las luces y no pasaron más de dos minutos cuando una de las puertas de abre de una forma violenta. Encendió la luz e hicimos una inspección para determinar por qué había ocurrido aquello”.
Recuerda que en ese momento los otros compañeros se marcharon a la calle y sólo aguantó uno de ellos. José decide preguntar en qué otros sitios se producían los fenómenos y era en el cuarto de la hija. Van para allí y oyen un ruido estrepitoso, “como una cacerolada en la terraza pero no vimos nada. En el cuarto de baño, que no lo utilizaban, se me puso el pelo de punta y noté un frío interior que nunca había sentido. Salí de allí intentando disimilar”, admite.