Un total de 22 personas murieron en poblaciones conectadas por el tren y en similares circunstancias. Todos con un hacha y con las caras cubiertas por sábanas o prendas de ropa. Hubo dos personas como principales sospechosos. Nuestro experto el profesor de criminología de la Universidad de Valencia Vicente Garrido cree que quien hace algo así está acostumbrado a matar porque el estrés psicológico y el ritual no lo puede hacer cualquiera. Uno de los sospechosos es un hombre que había matado a su madre con un hacha y el otro un asesino a sueldo que fue conectado con otro de los crímenes ocurridos cuatro días antes. Oficialmente nadie pagó por los crímenes y es un caso que continúa abierto.