A principios de los años 40, mientras parte del mundo estaba sumido en la Segunda Guerra Mundial, muchos habitantes del entorno de Lalín, en Galicia, presenciaron algo insólito que venía del cielo.
“Mi abuela me contó la historia de que ella, en su juventud, había visto cómo caía del cielo a gran velocidad un objeto y que no era un avión (…) El ruido era como un silbido y dibujaba una estela hacia atrás, algo ovalado, circular y de unos tres metros de diámetro”.
Según los testigos de la época, miembros de la Guardia Civil fueron casa por casa de la aldea avisando de que pasarían por el cielo unos objetos a los que no debían tener miedo. Sin embargo, los agentes les pidieron que no los tocaran y que inmediatamente fuesen a avisar al cuartel y se llevarían por ello una recompensa de 25 pesetas.
Movidos por la curiosidad y por la recompensa, decenas de paisanos iban hasta el descampado donde era común que aterrizasen: “Eran de color gris oscuro y no tenía piloto, tenían en el borde unas letras escritas que nadie sabía leer”.
Al parecer, la Guardia Civil colocaba el objeto en un carro de vacas o bueyes para llevárselo sin dar explicación alguna. En la aldea era común creer que se trataba de naves alemanas por la trayectoria que traían y por el momento histórico que atravesaban.